martes, 20 de octubre de 2009

8 letras


Hasta donde alcanza mi memoria, siempre he tenido cierto interés en conocer a fondo para qué sirve un corazón, su debilidad, su fortaleza, su alegría y su tristeza...y, en particular, siempre he tenido muchísimo interés en conocer a fondo el mío.

Nunca he sido de besos sin amor -eso siempre lo tuve muy claro- y, sin embargo, me enamoraba con facilidad. Pero, historia tras historia, siempre acababa (y acaban; me pregunto si es cierto eso que dicen de "los finales felices son historias sin acabar") mal. A mí ya me da por dejar de confiar durante un tiempo en la esperanza, a ver si se le va la tontería y, tras una bonita reconciliación, vuelve con más fuerzas y a por todas, la pobre.

Por suerte o por desgracia, cada cual de los hombres de esas historias me han parecido -como dice Sabina- "Y, aunque sé que no era la más guapa del mundo, juro que era más guapa que cualquiera" y no me refiero precisamente a lo físico: cada cual hacía que me pareciese más especial que cualquiera y, tal vez también, que yo me sintiera especial, porqué no.

Como hace unas semanas...
En realidad, no era la primera vez que me dio por convencerme a mí misma de que se habían acabado los amores que terminan en desamor (que ya parece que me ha dado por coleccionarlos). Y, sin embargo, una vez más, llegó alguien que consiguió que hiciera una excepción. Me regaló las últimas semanas de un verano que estaba teniendo toda la pinta de ser inolvidable en muchos aspectos. Tampoco me ha dado nunca por tener demasiada fe en los amores de verano (aunque mi mejor historia, la cual espero poder continuar algún día, surgió en uno de ellos), pero me dejé llevar y me convenció. Le dejé entrar en mi vida y, en mitad del último “te quiero” que dejó escapar de sus labios, me privó de ellos para siempre.

Ahora, no hay día que pase que no dude acerca de si debo sacarlo de mi vida (tal y como ya pasó hace muchos años, por causas ajenas a ambos) o hacer de tripas corazón e intentar una especie de amistad que no sé hasta qué punto es verdadera... (¿Cómo se consigue una amistad cuando hay sentimientos y pasiones de por medio, por ambas partes?). De momento, aquí está, en todos y cada uno de mis días, haciéndome feliz con su voz todas las noches y desgraciada todas las mañanas, cuando la realidad vuelve a apoderarse de mí.

Yo nunca le dediqué de mis labios nada similar a los dos te quiero que me soltó - y que recuerdo perfectamente - y no porque no sintiera nada, sino porque tiene más importancia de la que parece y yo ya no me atrevo a decir nada semejante si no ando sobre seguro. Así que, gracias, gracias a todos vosotros, a todos los hombres que sois así, a los protagonistas de mis historias: gracias, ahora temo que no diré te quiero en mucho tiempo, y no porque no lo sienta, sino por autoprotección y, sobretodo, porque yo quiero devolverle a esas 8 letras LA IMPORTANCIA QUE LES HABÉIS ROBADO, ¡joder, qué os habéis creído!