viernes, 26 de diciembre de 2008

A veces me gusta pararme a mirar a la gente. Me pregunto qué historias encierran en sus vidas y qué peso cargan sus espaldas.
Observando, puedo ver que todos guardan algo maravilloso, de cada persona me conquista algo. Unos pasan discutiendo, otros tristes, otros solos. Unos sonríen, otros ríen, otros juegan. Pelo bonito, ojos grandes, manos elegantes, pasos con estilo, sonrisa agradable, voz suave... Y me hacen pensar y flotar a tres metros del cielo, inmersa en mis ideas.
¿Qué es la vida sino una cadena de historias y sensaciones unidas? Así vivimos. ¿Es un sueño, una ilusión? ¿Somos títeres protagonistas o jefes de nuestras vidas? ¿Existe el amor? ¿Existe la vida? ¿Vivimos después de morir y esto es sólo de paso o después de esto se acaba todo?
Preguntas con respuesta subjetiva que no sé ni para qué sirven sino para engancharte a una unión de ideas sin sentido y sin fin.


¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión; una sombra, una ficción y el mayor bien es pequeño.
¡Que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son!

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Soy así. No puedo escribir sobre otra cosa porque esto soy yo. Porque cada palabra que escribo es parte de mi ser, cada palabra arrastra algo de mí, se lleva algo de mí consigo.
Sin embargo, tú tuviste que venir a ridiculizarlo - tú ni más ni menos - y a hacerme sentir vacía de nada más interesante que esto, como si no supiese nada acerca de nada más. Y todo para entender que me da igual lo que digas, joder, porque me escribo a mí en cada frase, porque es lo que necesito, porque dejo parte de mi alma en cada texto, para mí y para quien quiera sentirlo o sepa entenderlo y no para gente como tú que no es capaz de ver al amor ni cuando llama a su puerta.
Que ni siquiera se atreve a sentirlo.
Cobarde.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Pasito a pasito

No recuerdo tu olor. Por más que lo intento, no consigo respirar tu perfume.
He olvidado cómo me mirabas. He perdido la imagen de tus ojos describiendo cada curva de mi cuerpo.
Han desaparecido los escalofríos y las mariposas que sentía sólo con pensar en aquellos días, todavía, después de tanto tiempo. Tal vez me he acostumbrado a ellas.
Apenas puedo describir todo aquello que sentimos porque ya no me quedan ganas.
Vivo vacía de vagos recuerdos que día a día me hacían más infeliz y, ahora, más fuerte, mientras espero que alguien con unos ojos más bonitos que los tuyos me recuerde cómo amaba yo. Y lo peor de todo es que lo que más siento es que, ante la pregunta "¿qué harías si hoy fuese tu último día de vida?", mi respuesta sigues siendo tú, pero se te han adelantado: antes de ti, pensé en él.
Algo es algo. Por fin.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Hoy me he sentido abandonada, absurda, arrepentida, avergonzada, dañada, débil, deprimida, desprotegida, destapada, desvalorada, discriminada, dolida, engañada, gilipollas, inútil, malquerida, maltratada, manipulada, mentida, rendida, ridiculizada, tachada, usada, vacía. Te necesito, joder.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Báilame en la oscuridad, cántame al oído, toca al piano el Réquiem de Mozart, susurra palabras al viento, juega conmigo, háblame con los ojos, rózame con tus manos, palpa todo mi cuerpo, sueña conmigo, degusta mis labios, quiéreme eternamente, sonríe al verme cada día, desea mi alma, lucha por mi corazón, bésame en cada oportunidad que tengas, grita mi nombre, atraviésame con la mirada, abrázame con fuerza, hazme reír, empújame al logro, sujétame en un resbalo frente al abismo, llora conmigo y suspira por mí. Ámame. Como hago yo cada día.

Imaginando también se disfruta

Cierro los ojos y se apoderan de mí unas ganas enormes de saber qué es lo que piensas. A menudo suelo imaginar que piensas en mí, que piensas en abrazarme, en acariciarme, en besarme. Me gusta pensar que es posible que puedas quererme. Me gusta pensar que cabe la posibilidad de que tú también me ames. A veces imagino cómo podría ser nuestra primera vez, como una niña adolescente que se pone nerviosa sólo con soñar en cómo será el roce del otro cuerpo, del primer cuerpo. Así me siento yo. Imagino cómo podría ser el primer beso, cómo sería sentir el roce de tus labios y que, después de eso, tus miradas sólo sean para mí, un momento q sólo seamos tú y yo, un momento en el que tus ojos sean todo para mí y yo sea toda tuya. Pero todo se queda ahí, guardado en la imaginación.

viernes, 24 de octubre de 2008

Noches de tormenta

Cuando conseguí limpiar mi cara me miré al espejo y empecé a reflexionar por qué, después de 15 minutos de acabar la actuación, seguía llorando.
Todo el mundo merece una segunda oportunidad (o algo así decía la peli), y yo no me la he dado aún.
Vivo el presente contemplando fotos amarillas: en una piscina (y un beso) o en un sofá (entre caricias), en una roca (con timidez) ... Y pasa el tiempo y esas fotos evolucionan cada vez más rápido. Cada vez ese pasado está más lejos y sus sujetos más separados y la espera, por mi parte, no puede ser eterna.
Hay errores que se pagan demasiado caro y yo ya he tenido mi paga extra. Los intereses no paran de aumentar y con esta dichosa crisis yo ya no sé qué hacer.
A veces pienso que seré vieja y todavía no habré recuperado la pequeña parte del músculo rojizo que entregué, pero supongo que ya me habré acostumbrado a ello. Día tras día, me doy cuenta de que, sin saber ya nada de ti, aún mi vida gira a tu alrededor.
Y cometo un fallo, y otro, y otro, y otro...porque me turbias la mirada y ya no puedo ver.
Y de repente aparece mi Richard Gere como algo inesperado, curioso, interesante, que levanta mi inspiración. Pero vuelvo a pensar y entonces todo se torna oscuro, triste e imposible porque me he dado cuenta de que, aunque hay cosas que son mejor hablarlas, hay otras que tenemos que dejar pasar, aunque me duela el alma o aunque se convierta en una lluvia que aumente con los días, meses y años. Aunque llueva eternamente, hasta que yo me haya convertido en una vieja que mira su futuro en las fotos amarillas del pasado, que no se atrevió a cometer más errores y que fue perdiendo trocitos de corazón por el camino, por entregarlos y no pedirlos.
O también puede que deje de llover algún día y salga el sol, y que la siguiente lluvia me sea correspondida.

martes, 14 de octubre de 2008

Podría decir que estoy en las nubes. Esto es un no parar. Quien mejor me conoce va y me dice que no me equivoque, que todo es producto de mi imaginación, que llevo mucho tiempo sola y ya me estoy liando. Pero hace unos días, estaba hecha una mierda y ahora, a pesar de todo, consigo sentirme algo más feliz. Sonrío. Y sonrío cuando pienso en él. De esas sonrisas que engatusan. ¿Por qué?
Me ha pasado tantas veces lo de engañarme a mí misma con un falso enamorado que debería saber cuándo, cómo y por qué me pasa.
Esto es un rollo, siempre igual. Todos mis textos son iguales. Siempre es lo mismo. Amor. Amor. Amor. Parece un anuncio de perfume, joder. Pero no puedo evitarlo. Cuando tengo tantas cosas en la cabeza, me pongo delante del teclado y me sale solo. Y todo amor y desamor. Por lo que se ve, primordial para mí.
Ni siquiera me conozco. Tal vez un manojo de pétalos blancos me ayuden a decidir y se acabó el lio.
Quiero una margarita y que me diga "NO" y no joder todo.
¿O que me diga "SÍ" y probar si esta vez me toca ser feliz?
Con él...

sábado, 11 de octubre de 2008

Amor omnia vinci

"El amor lo puede todo".

No sé si puede convertirse en mi lema o en mi perdición. La puta frasecita me viene al pego. Y estoy más que arta.

¿Por qué no puedo ser más normal? ¿Por qué no puedo enamorarme de un chico que me quiera y punto? Sólo me busco complicaciones. Tengo que ir detrás de amores imposibles o prohibidos, y como, para mí, el amor lo puede todo me joderé una y otra vez.

Me gustaría asegurarme de no meter la pata una vez más. Me gustaría arrancarle de mis pensamientos y mantener la amistad y hacer como si nunca hubiese deseado sus caricias mientras fijaba sus grandes ojos azules sobre mí. Me gustaría no sentir que quiero besarle cada vez que estoy con él. Me gustaría no ser la típica chica a la que le comen los celos cuando veo que mira a otra, que come con otra, que habla con otra, que queda con otra, que está con otra que no soy yo. Me gustaría que supiese lo que siento y al mismo tiempo que nunca se enterase de nada.

Y, esta noche, me gustaría haber podido dormir en lugar de haber pasado la noche en vela, en el sofá, pensando que él estaba durmiendo en el mismo sitio en el que lo hago yo cada día y donde no coincidiremos nunca, aunque me duela, aunque tenga que aguantar hasta que se me pase la tontería o hasta que pueda olviarte y "statu quo". O, por lo menos, hasta que aprenda a vivir con ello, como estoy destinada a hacer siempre: queriendo con el corazón abierto y la boca cerrada. Porque no. Porque a él no puedo perderle.

Me importas demasiado.

martes, 19 de agosto de 2008

A tres metros del cielo

¿Nunca os habéis sentido así? De repente cierras los ojos y estás ahí, flotando.

Tus pies se separan del suelo.
Desconoces a qué altura asciendes.
Sientes el cosquilleo y el viento rozandote.
Te concentras.
Puedes escuchar tu respiración.
Parece que estás dentro de ti misma.
Te conoces más.
Te sientes más.
Sientes cada parte de tu cuerpo.
Cada poro de tu piel.
El viento te roza.
Agita sensiblemente tu cabello.
Te acaricia sensualmente.
En ese momento no existe nada más que lo que estas viviendo tú.
Es un viaje gratuito, con destino imaginario. Unas vacaciones personales que puedes tomarte en cualquier momento.
Sólo tienen una pega, debes sentirte con fuerzas para hacerlo: a tres metros del cielo, jugando con las nubes, haciéndolas mías y acompañada de quien me apetezca.

Hoy me apetece volar. Tomarme esas vacaciones. Pero no paro de perder el avión. No llego a tiempo a ninguno. Necesito flotar y llegar hasta las nubes, y subirme a ellas, y jugar con ellas. Pero no puedo.

martes, 22 de julio de 2008

13/07/2008

13/07/2008
Academia general del aire. San Javier.

Siento cómo se despierta en mí la sensación de aproximarse una batalla que, tal vez, se me eche encima. Sin bombas ni armas, pero no deja de ser una guerra interior que se exterioriza de la más absurda de las maneras: morros y mala cara, como cuando de peque te obligaban a comerte el plato de pescado que tanto has detestado siempre, sólo que esta vez tengo unos cuantos años más y estoy comiendo macarrones mientras observo cómo un príncipe (que empieza a desteñirme) mira de reojo a una nueva princesa y a mí, cenicienta que se come los marrones (no macarrones, que ya ni me entran) y aguanta los golpes, no para de recordarme lo poco que le gusto, lo que se arrepiente por besarme o la mala cara que tengo.
Pues no. Lo que no tengo es ganas de luchar. Y menos por él. Esta sensación me vuelve negativa y pesimista, y creo que empieza a cansarme.

El himno de España, imágenes y vuelos acrobáticos de aviones preciosos. Miro. Sonrisas entre ellos. Hablan y se ríen sin parar. Conmigo no. Yo no soy tan interesante.

Ya no.

Sólo soy una persona demasiado buena que necesita un marido que le de hijos, ¿no? Y punto, ya lo ha decidido él por mí. O dejo que así sea o me vuelvo la mala del cuento y mato al príncipe desteñido.


Qué tontería, sigo sintiéndome incapaz.

Me pido mejor desaparecer, total me olvidará pronto, se le da bien, en un parpadeo. Así soy yo, me voy sin dejar rastro.

martes, 1 de julio de 2008

Hay tormenta en mí

Desconozco a qué altura me encuentro pero observo a un Madrid dormido inconsciente de las primeras lágrimas causadas por una tormenta de lluvia que parece que no se decide a descansar por un tiempo. Los truenos juegan a su antojo sobre nuestras cabezas y sólo, de ven cuando, me dejan disfrutar de un momento de felicidad y tranquilidad. Está claro que la cosa se simplifica a ellos o a mí. o yo soy feliz y ellos actúan de vez en cuando (todo hay que respetarlo) o ellos hacen lo que les da la gana y yo, por su culpa, derramo lágrimas y dolor apoyada en una roca gritando en silencio a ese Madrid dormido que se niega a sonreírme y espera despertar mañana para vivir un día más y punto y seguido. Pues qué asco, creo que ya se han decidido. Bueno, ésta será mi roca, esos mis árboles y esto, todo esto será mi vista privada. Así soportaré la tormenta.

jueves, 26 de junio de 2008

Así estamos...

¿No os ha pasado alguna vez que tienes tantas cosas que quieres gritar dentro de ti, tan harta de algo o de todo, que no sabes ni hablar, ni por dónde empezar, ni cómo decirlo? Seguro que sí. Así me encuentro yo ahora mismo. Con tanto que decir que no puedo ni hablar. Y estaría genial si todo lo que quisiese decir fuera bueno, rebosaría y contagiaría alegría como siempre hago. Pero no es así. Estoy en un punto en el que mi bondad y mi paciencia se han unido en el límite y, como no puedo ni sé cómo hacerlo, sólo me queda el desahogo de la vía rápida, la triste y la fácil.

¿ Y sabes lo que te pasa a ti? Que no tienes valor, estás acojonado, no sabes enfrentarte a nada que desequilibre tu seguridad, necesitas tener todo bajo control y bajo tus órdenes, estás ciego, no ves, no me ves. Criticas mis defectos una y otra vez hasta que me haces daño y no lo sabes. No sabes agradecer lo que tienes. No sabes tratarme. No sabes mirarme. No sabes tocarme. No sabes quererme. No sabes nada. Sólo sabes todo en esos instantes en los que, sin decirlo, reconoces que me quieres. ¿Y sabes lo que me pasa a mí? Que ya no soy fuerte. He perdido toda mi seguridad y me da igual. La soledad me asusta. Tengo miedo. Intento construir unos pilares sin preparar antes una base sólida que los aguante. Me saca de mis casillas que sólo te preocupes por ser "líder", que sólo sea eso lo que te importe, que pases de todo y pases de mí, que te hagas el duro y que no me calles con tus besos. Tú te consideras un espíritu libre, crees que yendo a tu puta bola evitarás el miedo que un día me contaste que tenías.

Y te odio por eso.


Y yo, vaya donde vaya, sin importar el lugar en el que intente esconderme, seguiré tropezando conmigo misma, con esta nueva yo que tanto odio y que tan distinta es de quien un día fui. Incapaz de amar y ser amada.



Y me odio por eso.


viernes, 13 de junio de 2008

No sé

Cada día con él es especial. Puede ser perfecto o un completo desastre. Distintos todos.
No sé como va a ser,
no sé lo que vamos a hacer,
no sé lo que me voy a encontrar,
no sé donde voy a acabar,
no sé si vamos a descubrir un nuevo lugar,
no sé si volveré a tumbarme en aquellas rocas,
no sé ni siquiera donde voy a dormir,
ni de qué vamos a hablar,
ni si va a ser agradable o no,
ni si va a estar rayado o no,
ni si voy a estar rayada yo,
ni si me va a besar o no o si voy a quererle besar yo,
ni si quiera sé si ese nudo que se pone en la tripa cuando te besa quien quieres seguirá ahí o me acostumbré a él o si es posible, tras un nuevo roce de sus labios, descubrir que ya no es especial o todo lo contrario,
ni si volveré a verle mañana o se acabe al despedirnos...
A veces siento que cada día estoy con una persona distinta, que no sé cual me tocará hoy. Me asusta el día que me saluda con dos besos al verme, porque entonces mal vamos: me tocó al frío.
Pero lo que sí sé es que no me he equivocado con él, que tenía que conocerle. Que, a veces, hay cosas que tienen que salir mal aunque uno no quiera, porque tal vez a cambio obtenemos un regalo. Hay algo en él que le hace especial y que me engatusa.
Cada día puedo aprender de él o a su consta. Es alguien que, en poco tiempo, me ha recordado todo lo que olvidé de mí y me ayuda a sacar lo bueno que tengo. Me recuerda cada día lo malo, pero nunca se olvida de enseñarme a hacerme valer y lo bello de saber luchar. Me haces sentir bien, pero también me hace sentir mal.

Don't let me go, Leti.
Tú a mí tampoco.


Pase lo que pase y sea lo que sea, sólo espero no perderle nunca.

domingo, 8 de junio de 2008

Un último baile

Supongo que tienes razón. No sé por qué lo hice, lo necesitaba, pero no es suficiente. Nunca es suficiente. Enterrar el tema no vendría nada mal. Pero la idea de compartir el último baile del que hablaba no se va de mi cabeza, ni siquiera en sueños.
No es fácil. No para mí.

lunes, 19 de mayo de 2008

Un helado corazón

Es un corazón congelado demasiadas veces. Se descongela con la aparición de otro calor humano para ser destrozado y volver a ser de hielo. No sabe por cuanto tiempo más. Puede que sólo unos meses, puede que más, que menos, o - quién sabe - podría ser la vez definitiva: no descongelarse nunca más.
Es un corazón tierno y frágil. Dañado por la miel de unos labios que formaban sonrisas de ensueño cuando ambos cuerpos estaban juntos; por mirar a unos ojos que han callado de la noche a la mañana, que cuando le miran no dicen nada, sin encontrar explicación; roto en mil pedazos por sueños y sueños construidos que son derrotados una y otra vez; y ahora sólo le queda un ligero veneno que escuece por traspasar el límite infranqueable y haberse dejado conocer en un momento de debilidad en el que nos pareció que, esta vez, podíamos confiar plenamente en el otro.

viernes, 16 de mayo de 2008

Holding me, Kissing me baby

Si ya sabía yo que algo pasaba. Estaba claro. Me alegra saber que no soy una loca pesimista obsesionada con que soy incapaz de dar una, después de todo. La verdad es que es normal, no se puede ir por la vida a corazón abierto y con los ojos cerrados, no lo intenten: te das de ostias por todos sitios. Y, sino, fíjense en mí. Ale, aquí me tienen, una vez más, dentro del laberinto. Ole, ole y ole (como se dice en las sevillanas que bailarían ayer en mi querida pradera de S.Isidro Labrador, de VillaNew).
Ahora mismo he llegado a una bifurcación de pasadizos en ese laberinto que es mi vida y, por lo que se ve, me toca elegir. Pero no me gusta nada. No sé si seguir de frente, tal cual vengo, a tientas, perdida totalmente y con ojos cerrados para dejarme guiar por lo que vaya viniendo, disfrutando en lo que se pueda y aguantando lo que venga al arriesgar (y seguir dándome de ostias, que por lo menos, me distraigo) o, por segunda vez en mi vida, actuar racionalmente incumpliendo al máximo lo que me pide ese órgano asquerosamente importante que no se olvida de palpitar ni un jodido segundo.
Todavía, al recordar la primera vez que le desobedecí, hace años, el muy puñetero me da algún que otro punzonazo. No sé si estoy preparada para aventurarme en una nueva historia (la cual puede ser perfecta o un completo desastre) o darle a mis sábanas más razones por las que compartir juntas largas noches de insomnio, a ver qué me cuentan ellas. Pero tampoco me siento capaz en este preciso instante, de poder resistir otro golpetazo.
Lo que pasa es que hay momentos en los que, aún, necesito gritarle holding me, kissing me baby, hugging me, thrilling me, baby...

miércoles, 14 de mayo de 2008

Serán mis hormonas

Días así he tenido para dar, prestar y regalar. Supongo. Pero los odio, aunque sino los tuviera me sentiría extraña (digo yo). Es de esos en los que a pesar de lo bien que va todo, no puedes más y te da el bajón. Tal vez aprender a acostumbrarme a ellos no me vendría nada mal (incluso, puede ser que me saliese rentable), pero por lo que se ve no me ha llegado el momento de adaptarme. No sé si los sobrellevo o me sobrellevan ellos a mí. Son días chungos. Días en los que, de repente, miedos, culpabilidades, errores, dolor…todo vuelve a ti, así sin más, sin ton ni son, sin pedir permiso, a su antojo, y todo por pasar una mala noche entre sábanas o por necesitar ser querida cuando el corazón que está tumbado junto a ti embellece con preciosas palabras a alguien que no eres tú y que, muy posiblemente no serás nunca.

Y lo que más duele es que lo entiendes. Es normal. Yo nunca superaré mi caso. Supongo. Porque sé lo que es querer a alguien como si lo fuera todo. Y sé muy bien lo que es no poder estar a su lado, por lo que sea. Y sé, perfectamente, como se sufre. Y años después, sé lo que es seguir sin superarlo y, además, sentirse culpable aunque no existan razones aparentes de los desastres que surgiesen. Sólo queda vivir con ello o mandar todo a la mierda y superarlo de una puta vez. Tal vez esta es mi oportunidad, ahora que estoy lejos, aquí, años después, desde Madrid. Porque Madrid huele diferente. Y sabe mejor aunque, inevitablemente, la morriña de lo que fue me acompañe a menudo, y el miedo a no volver a querer así ni ser querida como fui, no me deje dormir.

sábado, 10 de mayo de 2008

¿Miedo a enamorarse?

Solicito ayuda urgente. Me han preguntado que si no tengo miedo a enamorarme. Busco la respuesta más exacta y correcta. Mi mente no asimila la existencia de tal sentimiento. Entiendo el miedo a perder a alguien, a que unos planes muy importantes salgan mal, a la bronca de tu madre, a la de tu padre, a la oscuridad, a las alturas, a la muerte… Pero ¿miedo a enamorarse? ¡Dios mío! Tener miedo a enamorarse es tener miedo a echar de menos a alguien a quien quieres cuando no está a tu lado, es levantarse sonriendo porque en tus sueños – una noche más - aparecíais juntos, es apoyar la cabeza en un regazo que parece estar amoldado perfectamente para ti, es esperar una llamada a cualquier hora del día con la ilusión de la primera vez, es hablar con alguien con la soltura de hablar solo o no querer hablar para que no se acabe el momento, es mirar a unos ojos durante minutos sin decir nada pero diciéndolo todo, es sonreír sin motivo (sólo por él/ella), es poder abrazar con ternura, es saber expresar con un beso lo que no se puede expresar con las palabras, es compartir un postre, es sentir que la cama no es tan pequeña como parecía cuando dormís juntos, es conocer lo que es llorar de alegría o con el corazón, es besar con pasión, es querer y ser querido…

No merece la pena tener miedo. Yo prefiero arriesgar, que sino no hay posibles ganancias.

lunes, 28 de abril de 2008

Hablando ConMigo

-Ha sido una situación distinta. - ella misma se lo dice - Desde que me levanté el sábado (después de un largo viernes de fiesta y una noche que sólo se quedó en intento) todo resultó diferente al curso que suelen seguir las cosas en mi vida, "su curso normal", a pesar de que su nombre no salió de mi cabeza en ningún momento.
-¿Y qué tal?
-Pues hombre, la verdad es que no estuvo nada mal.
-No te engañes.
-Bueno, es cierto: ¡estuvo genial!
-¿Y cómo estás?
-¿Es pregunta trampa?
-No, totalmente libre de juego, es sincera.
-Bien. Pues estoy, supongo. Todo es raro, demasiado distinto, demasiado fácil. No me parece para nada normal. Mi vida cambia radicalmente un par de meses atrás; hago un par de locuras, un desfogue, un falso enamorado, un fraude, Él desaparece de mis sueños y de mis pesadillas, y ahora esto.Y hoy soñé con Él de nuevo, nada en especial, sólo estaba ahí a mi lado y yo al suyo. Tengo miedo. Miedo a relajarme pensando que todo está superado y soy como una piedra y que, en un momento de debilidad, pum! todo vuelva a por mí. CHAS! Demasiadas veces ya, ¿no crees?
-Sí, la verdad es que sí.
-Necesito un descanso, un relax, un regalo, felicidad.
-Descanso. Sí. Relax. Pero por Dios, ¡añade algo de realismo por tu parte!, ya te lo dijo él el otro día:
"eres muy cariñosa,
necesitas alguien que te cuide,
que te preste siempre atención,
es decir, un chico.
Necesitas un tío que se fije en ti, te piropee y te cuide,
porque eres muy frágil"
-Qué horror. Parece que sí me conoce, y a la perfección, ¿eh?
-Parece ser que sí, más que tú a ti misma.
-Vale, lo pasé muy bien. Desconecté de todo. Dejé que el día me llevase donde quisiera. Quería arriesgar, probar algo nuevo. Terminé con gente que no había visto en mi vida. Sola en un mundo nuevo. Al día siguiente, más de lo mismo. Y lo pasé genial. Y, respecto a él, le conocí más, y me conoció más. ¡Aunque me duele todo!, pero disfruté de cada segundo y reí en cada oportunidad.
-¿Y?
-Y, nada. Sólo sé que el sábado terminó con una larga conversación tumbada con él, en unas rocas, bajo las estrellas, hablando de todo, incluso de la luna. Más tarde, cuando volvimos, nos quedamos dormidos en el sofá, él mirando a "su chica" y yo mirándole a él.

martes, 22 de abril de 2008

Algún día

Algún día alguien me vencerá. Pero no será hoy, ni tampoco serás tú. Llegará el momento en el que me sienta incapaz de seguir adelante, que me hayan alcanzado, que parezca que no pueda levantarme. Pero no es ahora. Y pongo la mano en el fuego porque también me volverán a dañar, lloraré, llorarán por mí, lucharé y lucharán por mí.

Aunque, de momento, me basta con saber que he vuelto a subirme a mi tren, que continúo viajando en mi vida, y que -una vez más- no han podido conmigo y la oportunidad de ser feliz está todos los días en la palma de mi mano.

Y es que la vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento.

lunes, 21 de abril de 2008

Jaque mate

Situémonos:
Yo voy caminando por la playa, en un maravilloso atardecer, sintiendo cómo las últimas caricias del mar a la arena rozan mis pies, disfrutando de cómo los cálidos rayos de sol van despidiéndose para dejarnos disfrutar de una larga noche de luna llena.

Te veo venir a lo lejos. Caminas despacio, disimulando tus ganas de llegar a encontrarte conmigo - como si no te conociera y no supiera perfectamente que te mueres por mis huesos, que sueñas cada noche con acariciar mi piel -, midiendo cada paso que vas dando, calculando los justos para que el último, en su perfección, termine cuando tus labios me hayan alcanzado. Parece que pueda leer tus pensamientos, casi puedo ver en tus ojos cómo vas imaginando lo que parece que va a ser un perfecto encuentro. Ya dibujas en tu mente cómo vas a tumbarme en la arena, jugaremos un rato revolcándonos, nos besaremos mientras nos acariciamos, sonriendo sin parar, disfrutando del momento, y tú deseoso de deshacerte de toda prenda que pueda estorbarnos. ¡Qué felices somos cuando imaginamos y nos construimos nuestras propias ilusiones (siempre y cuando no llegue alguien y te las rompa todas con un "plas")!

Pues bien, deja ya de soñar. Vas a sufrir un poco más. La vida no es fácil y conseguirme, después de todo, tampoco va a ser menos. Así que tú sigue ahí, en tu sueño de nubes de algodón, que no me has tratado bien y aún no te he perdonado todo lo que me has hecho, que la única que sufrió fui yo.

Si has sido un cerdo, la culpa no es mía. Ahora, las reglas del juego, las poco yo.

La reina se ha comido al rey. Jaque mate.

jueves, 17 de abril de 2008

Calcetines italianos

Llevaba calcetines italianos. Y sólo por eso ya se sentía especial. Dice que ella no puede llevar cualquier cosa. Y yo pensando mientras miraba mis pies: qué pasará porque yo lleve estos llenos de agujeros.

Por unos putos calcetines no puede ir por ahí pisando su puta alfombra roja, pensando que en la vida todo se lo darían regalado, que podría comportarse como a ella le diese la gana arrollando todo lo que se cruzaba en su camino y tratando a la gente como le viene en gana. Y, a mí, como a la basura. ¿Por qué? Yo, que le ofrecí todo. Yo, que no me fui de su lado. Yo, que sonreí para ella cuando flojeó sólo para que no detectase mi debilidad y fuese fuerte. Yo, que me esforcé por no dañarla. Yo, que la quise de verdad. Lucía. Puta Lucía. ¿Por qué existes?

No, Daniel, no. No puedes estar así. Aguanta.

Joder. Con lo fácil que habría sido rechazarla en su momento, cuando su mirada no me importaba y su presencia me era indiferente. Antes de saber cuál era su película favorita. O que el verde y el azul eran sus colores. O cómo era su habitación. Cuando no sabía su fecha de cumpleaños ni sus gustos, ni cómo besaba. Ni conocía la sensación del roce de su piel, de sus caricias, el sonido de su respiración, su sonrisa en la oscuridad o antes de saber lo que se siente al abrazarla después de hacer el amor.

Y a la mínima de cambio, cuando yo más la necesito, desaparece, se evapora, me deja, se va.

martes, 15 de abril de 2008

Vuelta a empezar

Un fuerte soplido cerró la puerta de golpe, sin darle tiempo a reaccionar para evitar el pum, ni el daño que el estruendo provocó. No sabe si le molestó más el sonido del portazo o que la fuerza del viento tirase la foto que ella le regaló. Se levantó y la cogió para volver a colocarla en su sitio. Y, sin poder evitarlo, comenzó a leer lo que ponía atrás.

Había una dedicatoria que Lucía le escribió el día que se colaron juntos en el cine, cuando se hicieron la foto en el fotomatón del metro. Qué recuerdos. Sin poder evitarlo, mientras leía, una sonrisa se esbozó en su cara y los ojos se le empañaron en lágrimas. Y todo volvió. Recuerdos y recuerdos que parecían olvidados llenaron su mente.

No pudo evitar alegrarse y al mismo tiempo entristecerse. ¡Qué tontería! Hace tanto tiempo que él ya veía venir esto, y aún así le ha sorprendido, destrozado, cabreado, dolido, dañado, jodido...Él se juró ser fuerte, no se iba a venir abajo por una historieta que obviamente no era nada, pero por la que inevitablemente se había hecho sus ilusiones. La chica no era perfecta ni mucho menos, pero a él le hacía feliz. Incluso sólo con mirarla y ver cómo ella sonreía. Se imaginó mil veces sentado al borde de su cama, acariciándole el pelo, mientras ella dormía; o caminando juntos por la G.Vía, como la primera vez. ¡Qué romántico! Parece mentira - se decía - romántico yo, no puede ser.

Pero todo había pasado ya. No duró nada, aunque significó (para él, claro, obviamente ella no pensaba lo mismo, a pesar de empeñarse en tener esa absurda conversación porque "me importas" - ¿me dijo que le importaba, que me quería? sí..., además varias veces... - hizo memoria). Para que todo fuese más fácil podría haberse hecho a la idea de que ésa sólo fue una más en su infinita lista, que fue una guarra-cerda-zorra-injusta-traidora-cruel, pero ¿para qué? Daniel no sentía nada de todo eso, se limitaba a pensar que "tal vez, mañana, cuando el sol vuelva a salir y comience un nuevo día, yo consiga pasar página y empezar un nuevo capítulo, con fuerza y ganas".

De repente, lo peor no fue únicamente el hecho de haber dejado ir a Lucía. Y se acordó, una vez más, de ella. No, perdón. Ella.

Vuelta a empezar.

Miró la puerta de nuevo. No le gustaba que estuviese cerrada, la prefería abierta, que corriese el aire. Se levantó. Dejó la foto (esta vez boca abajo, se acabó).

Y abrió la puerta. "Así mejor". Dañado aún, con las ilusiones hechas cachitos y con la puerta abierta, se sentó en la cama donde (por primera vez) desnudó a Lucía, y deseó dormirse cuanto antes, sin pensar en nada más.

lunes, 14 de abril de 2008

Es cuando el sol sale cuando se acuerda de seguir viviendo, cuando se da cuenta de que la vida continúa y no puede quedarse parada o perderá el tren que le lleva a continuar su vida. Antes y después (el resto del día fuera del amanecer y de la noche), está totalmente perdida, no puede evitarlo: la luz la ciega y la oscuridad la pierde en una infinita soledad de noches con camas vacías y despedidas sin te quieros.
Se esfumó la ilusión, se la robaron toda. La trataron mal mientras ella lo dio todo. La situación fue injusta. Resulta que en la vida, cuando te cuidas de hacer todo bien, los palos vienen todos juntos. Ella midió sus pasos, quiso ser cauta, no aprovecharse de nada ni nadie, no dañar, no dañarle. Sobre todo a él, porque era alguien que le importaba. Estuvo ahí cuando él la necesitó. 365 días (o tal vez sólo 40, da igual), pero las 24 horas, cuando fuese y donde fuese, ella estaba ahí para él. No la trató bien: un día era su más amada rosa, parecían ser inseparables, tan dulces y lindos juntos... y al día siguiente no existía. Ella trató de justificarlo por la mala racha por la que él pasaba, y siguió ahí, aguantando los posibles feos recibidos, ayudándose de míseros detalles.
Con los hombres puede que tuviese sus más y sus menos, tuvo fallos y a veces no fue justa, a ella le hicieron daño y ella lo hizo, pero con él, esta vez, era distinto. Se juró cuidarle, no dañarle. Esta vez todo iba a ir bien. Pero no. Le tocó a ella.
Y se hundió. Todo el pasado volvió. Se esfumaron las fuerzas, las ganas, la ilusión. Volvieron las noches de insomnio, los recuerdos de años y años atrás, los fallos sin superar, la soledad y el vacío. Pero sobretodo, volvió el dolor. Y se llevó la sonrisa.
Y es que ahora ella se olvida de despertar y seguir, porque la luz del sol la deslumbra, la oscuridad de la noche la asusta, y la luna es demasiado bella para dejarla dormir sin obligarla antes a rememorar aquellos bellos recuerdos de años y años atrás que la impedirán descansar una vez más en la larga noche.



Y todo para darse cuenta otra vez de que hay peores cárceles que las palabras, sobre todo si se trata del querer.

domingo, 13 de abril de 2008

Lluvia o Sol

Pasa la tormenta y vuelve a salir el sol. Es lo típico. Detrás de las nubes siempre está el sol esperando a ser visto para sorprendernos con una enorme sonrisa de rayos luminosos. Y, aquí abajo, en la superficie terrestre, estamos esperándolo un puñado de seres asquerosamente insignificantes con los brazos abiertos, artos de mojarnos los pies.

Yo, después de ducharme tres tardes seguidas mientras iba caminando por la calle y arta de comprar paraguas, ya lo he superado. Pero como al capullo del sol le encanta reirse de nosotros, ahora que me acostumbré a ver llover, adapté la ropa de mi armario y empecé a llevar un paraguas conmigo, va y se lleva las nubes.

No quiero hacerme a la idea otra vez de que el sol está de vuelta y que el muy jodido tenga la oportunidad de volver a tomarme el pelo, pero bueno, se hará lo que se pueda, supongo que resistiré.

Ahora sólo espero que se cumpla la metáfora de "después de la tormeta siempre llega la calma", como cantó Alejandro Sanz, que ya me cansa eso de que mi vida se asemeje al tiempo de Madrid.

jueves, 10 de abril de 2008

Caí rendida

Solía mirarme con esos ojos verdes que querían comerse el mundo. Me resistí a ellos durante meses; creo que pudieron - incluso - resultarme indiferentes en su día. Unos ojos, tiernos, pero unos más. Me llamó la atención no caer rendida a sus pies: palabras bonitas, elegante apariencia, atractivo, simpático, agradable, inteligente... Pero su palabrería mimosa de niño chulo que lo ha tenido todo parecía no poder conmigo. Y no era porque yo me resistiese a sus encantos. Fue más bien porque no me percaté de su posible existencia. A pesar de eso, sus ojos me perseguían, con esa mirada pícara de niño malo engatusador.

Pero la historia nació (aunque a veces nos empeñasemos en lo contrario). Creo que comenzó por una dulce tontería que nos llevó a una noche de cine y a otra de risas, locuras y alcohol. Y caí en él. Su encanto me agarró. No me seducía su maña mujeriega (de hecho, poco la usó conmigo) pero sin darme cuenta, me vi atrapada entre sus brazos. Sintiendo cuerpo a cuerpo su respiración. Disfrutando cada uno de sus movimientos, rindiéndome en cada una de sus caricias, derritiéndome admirando su sonrisa y temblando de placer. Así fue esa noche que me llevó - inevitablemente - al lujurioso mundo de la pasión.

No se repitió muchas más veces, y después de eso, guardo en mi mente algún que otro momento, pero no muchos. Todo fue muy raro. Sobreviví a las tormentas sola por rememorizar las sonrisas que gasté por él y las miradas y abrazos que me dedicó. Que también fueron pocos. Pero él nunca estuvo a mi lado. Aguanté mis días malos escondida bajo las negras sábanas de mi cama inventando historias con finales felices e imaginando que la protagonista (algún día) podía ser yo. Yo, ojos de sapo que, besados por un príncipe maravilloso, me convertían en princesa de un sueño encantador. Pero él, con nariz de pinocho, me devolvía a la vida real al saber que me mentía.

Todavía no sé si jugó conmigo o actuaba por intuición. A veces sentí que me quería y otras creo que se olvidaba de mi existencia. Y yo, por supuesto, no podía ser menos. Por eso pocas veces pude ser yo, y no le pude querer. Sufrí por un amor no amado, porque no quise dejar que las cosas pasasen como tuviesen que pasar, porque tuve miedo a que él (con su falta de sinceridad y comunicación) me las diera con patatas y porque me planté por miedo a hundirme - como tantas otras veces - en el sufrido mundo del desamor.

Sin embargo, a veces me da por creer que si él me hubiese besado cuando tenía la oportunidad, todo habría sido más fácil y yo habría sido feliz a su lado.



Pero no pudo ser.

miércoles, 9 de abril de 2008

Ha sido la lluvia

Ha sido la lluvia quien me ha robado todo. Se ha llevado mi inspiración, mi imaginación, mis ganas, mi entusiasmo y mi alegría. Y mi tristeza. Sí señor, mi tristeza también.

Hoy llueve, y me he dado un remojón. Me ha pillado el momento de máxima lluvia mientras caminaba y yo sin paraguas (por tercera vez). Pero me ha dado igual.

Por un momento he pensado que nunca más saldré de mi casa sin paraguas, pero luego me he dado cuenta de que no me sirve de nada: lo que no soporto es mojarme los pies (y con eso un paraguas no me ayuda), mojarme la cabeza no me importa tanto. Sentía resbalar las gotas por mi cara y cómo mi pelo no aguantaba más lluvia. Y en vez de correr como hacía todo el mundo, he preferido relajarme y disfrutar. Y dejar que la lluvia se llevase todo por un momento, para sentirme más libre que nunca.


Dicen que los españoles preferimos los besos bajo la lluvia y yo empiezo a necesitarlos.