martes, 22 de junio de 2010

Como dos desconocidos

Tenía toda la pinta de ser un divertido día de compras entre dos amigas y se ha tornado finalmente en un profundo dolor de cabeza.
Y de corazón.
Lo único bueno de hoy ha sido la compañía, pero, llegada la despedida, las nubes no han aguantado más la tormenta y han decidido soltar su ira: y yo estaba debajo.
La imbécil he sido yo por esperar que un abrazo o un simple beso (que, por cierto, no ha llegado nunca) de la persona adecuada, me ayudase a superar el resto del día. Y ZaS.
En estas situaciones y hace tiempo, yo solía hacer una de dos: pasear y hablar de nada en especial con mi fiel amiga o acudir a mi mejor amigo. Debido a que ella está a unos cuantos kilómetros de distancia y a que él ya no está, me derrumbo sola.
Pero esto se suponía que no tendría que ser así. En algún papel invisible yo creí que había firmado (con mi persona adecuada) los acuerdos de una relación: decírnoslo todo pero apoyarnos incondicionalmente.
Y, sin embargo, hoy, tras haber acudido a ti después de un pesado día, me siento sola, atrapada, cansada y dolida.
Odio estar rodeada de gente y al mismo tiempo sentir la soledad en mi corazón.
Mas tú, hoy, vida mía, te has lucido: te digo que tengo un día malo y necesito estar contigo y el camarero de un bar podría haber sido más comprensivo.
Lo último que esperaba era una "no despedida" con mi huida entre lágrimas.
Hemos sido como dos desconocidos. Un aplauso.
No sé qué es lo que más me duele de todo.
Me pregunto qué pasará cuando te mire otra vez a los ojos.
Hoy, cariño, ya no quiero ni que me toquen.
Y la culpa no es tuya, amor, es mía y del aire.
Y de mis sentimientos y mi corazón.
De la cabeza y la razón.
De las despedidas pasadas y venidas.
Del echar de menos.
De las lágrimas que derramo y de las que no.
Del miedo, del olvido y del amor.
De la fuerza y la debilidad.
De los días, los meses y la vida.
Del cariño que damos y que nos falta aún por dar.
Y de un rubio de ojos azules cobarde e infantil que me abandonó.
Al cual quiero con locura aún. Mi gran amigo. Qué dolor y desgracia quererte tanto.