-¿Y qué tal?
-Pues hombre, la verdad es que no estuvo nada mal.
-No te engañes.
-Bueno, es cierto: ¡estuvo genial!
-¿Y cómo estás?
-¿Es pregunta trampa?
-No, totalmente libre de juego, es sincera.
-Bien. Pues estoy, supongo. Todo es raro, demasiado distinto, demasiado fácil. No me parece para nada normal. Mi vida cambia radicalmente un par de meses atrás; hago un par de locuras, un desfogue, un falso enamorado, un fraude, Él desaparece de mis sueños y de mis pesadillas, y ahora esto.Y hoy soñé con Él de nuevo, nada en especial, sólo estaba ahí a mi lado y yo al suyo. Tengo miedo. Miedo a relajarme pensando que todo está superado y soy como una piedra y que, en un momento de debilidad, pum! todo vuelva a por mí. CHAS! Demasiadas veces ya, ¿no crees?
-Sí, la verdad es que sí.
-Necesito un descanso, un relax, un regalo, felicidad.
-Descanso. Sí. Relax. Pero por Dios, ¡añade algo de realismo por tu parte!, ya te lo dijo él el otro día:
necesitas alguien que te cuide,
que te preste siempre atención,
es decir, un chico.
Necesitas un tío que se fije en ti, te piropee y te cuide,
porque eres muy frágil"
-Parece ser que sí, más que tú a ti misma.
-Vale, lo pasé muy bien. Desconecté de todo. Dejé que el día me llevase donde quisiera. Quería arriesgar, probar algo nuevo. Terminé con gente que no había visto en mi vida. Sola en un mundo nuevo. Al día siguiente, más de lo mismo. Y lo pasé genial. Y, respecto a él, le conocí más, y me conoció más. ¡Aunque me duele todo!, pero disfruté de cada segundo y reí en cada oportunidad.
-¿Y?
-Y, nada. Sólo sé que el sábado terminó con una larga conversación tumbada con él, en unas rocas, bajo las estrellas, hablando de todo, incluso de la luna. Más tarde, cuando volvimos, nos quedamos dormidos en el sofá, él mirando a "su chica" y yo mirándole a él.