miércoles, 2 de diciembre de 2009

No te vayas de mi lado

Te ordeno que te quedes aquí, conmigo. Aún no puedes marcharte y dejarme sola, todavía tienes que enseñarme muchas cosas, contarme mil historias de esas que tanto te gusta relatar y que casi parecen de película. No he tenido tiempo de escucharlas todas.
Aún tienes que regañarme por no hacerme la coleta y dejar que todo el pelo se me venga a la cara, porque, a veces, se me olvida. O reavivar en mí algunos remordimientos por haber regalado mi pureza, aunque me incomode.
Aún tienes que esperarte para dar cizaña a quien quiera que traiga mi "mortaja". Tienes que criticarle por no creer demasiado en Dios o no ser lo suficiente conservador, maduro y responsable para mí, aunque luego lo vayas a querer como a uno más, únicamente por el hecho de haberlo escogido yo.
Tienes que verme todavía en una orla con mi título universitario y recordarme que no valgo menos que nadie mientras le echas leña a la hoguera (porque tu casa está fría, siempre está fría, sólo se soporta porque tú sigues ahí).
¡Madre mía! Además, ¿qué pasaría con tus gallinas, tus gatos, tu perro y tus plantas? ¡Uy, uy, uy! No hay nada listo para cuando te vayas, así que, decidido: te quedas. No puedes irte de mi lado.