viernes, 28 de mayo de 2010

Lo fuiste todo. Ya no eres nada

Hace tiempo, pensando en ti, escribí:
"Nunca me iré de tu lado, por mucho que te empeñes o se tuerzan las cosas. Y no es la típica promesa que todo el mundo rompe. Sólo permitiré que te vayas cuando sean tus ojos o tu corazón los que me lo pidan, no tus labios".
No siento que esté rompiendo la promesa porque has sido tú quien lo ha pedido, finalmente. Ha llegado ese momento. Me voy. Y te dedico un adiós eterno. El único adiós que te mereces, por todo lo vivido.
Probablemente no nos separe la distancia o el tiempo, porque no es de eso de lo que me despido. Entre tú y yo se ha roto ese hilo de seda invisible que nos mantenía unidos frente a todo. Y tú lo has roto. Es a esa unión a la que le digo adiós. Seguirás en mi vida, es inevitable, pero habiendo separado el lazo invisible, ya nada de esto es importante para mí. Tú me has dicho adiós.
No quiero verte. No quiero oírte. No quiero olerte. No quiero.
Rompo contigo.
Lo eras todo y no eres nada.
Me usaste hasta que te vino bien y me rechazaste.
Me echaste y me hundiste. Y ahora, como no te viene tan mal y el dolor en ti ha desaparecido, vienes a recuperar tu papel en mi vida. ¡Qué cara más dura! Pero has pasado por alto que, tratando de curar tu corazón, dañaste el mío.
Débil y cobarde. No lo retiro.
Mi corazón no se puede doblar, es de los que se rompen. Saliste de mi vida dejándome desamparada. No vuelvas ahora porque tú te sientas mejor. También te necesité antes y no estuviste. No intentes cumplir un papel que tú mismo has quemado.
Nuestro pasado común es sólo un pasado. No un hay presente. No un hay futuro. No conmigo.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Día X3

¿Dónde estás?
¿Dónde estás cuando te necesito? Te busco y no estás. Necesito hablar. O llorar. Reír a carcajadas. O simplemente estar en silencio y, entre miradas, que respetes mi mutismo por el placer de mi compañía y no me interrumpas. Que me mires si lo necesitas pero no me agobies con tus estúpidas preguntas. Que te limites a esperar conmigo hasta que se pase la tormenta, si es lo que necesito; o me levantes a empujones si es encesario para obligarme a luchar. Que vuelvas a ser mi apoyo. Que te comportes como el mejor amigo que un día decidiste ser. Que te arranques el corazón y me mires con ojos llenos de ternura y sin pasión, sin ganas de besarme.
¿Dónde estás?
Te necesito. Te echo de menos. Tengo tanto que contarte y que callarte...
La Gran Vía está vacía.

lunes, 10 de mayo de 2010

¡cuidado: no olvidar!

Tengo que hacer una lista de cosas que no he de olvidar. Entre ellas, dejar de creer que lo sé todo. Me quedó claro la primera vez que me lo dijiste y es algo que ya había oído antes. De todas formas, igual que la primera vez que me lo dijeron e igual que la primera vez que salió de tu boca, no era necesario. Lo sé muy bien.
Ya es suficiente ser consciente de que no sé para qué sirvo. No es fácil sobrevivir a una vida sin saber qué pintas en ella. Es duro no destacar por nada ni saber de nada. Lo único que sé es lo que he aprendido de lo vivido, más bien poco. Y tú ya te encargas de desvalorarlo. Mejor calladita.
De lo demás sólo sé que no sé nada.
También he de cortarme la lengua, no cabrearme por tonterías e intentar no tener 15 años. Cierto, porque yo siempre me cabreo por tonterías y debe ser que soy una adolescente celosa y sin cabeza.
Si continuo con la lista puede que no acabe nunca. Pero tengo suerte porque ya se me ha olvidado todo. Sí, así soy yo. Lo olvido TODO fácilmente. Haré otra lista de cosas que he de hacer: romper la primera, no sufrir por quien no lo merezca, no dar consentimiento a nadie que intente hacerme inferior, medir mis palabras, no confiar.
Esta lista me gusta más. Sólo queda cumplirla.
A veces las cosas me salen mal. Y supongo que las oportunidades que puedo recibir se acaban. Sin embargo, no hay que olvidar que a mí también se me pueden agotar las oportunidades que regalo.
Seguiré luchando en el día a día por encontrar el sendero del que una vez me aparté y así encontrarme a mí misma. Mientras tanto, has de saber que tengo mucho que ofrecer y ya no sé hasta qué punto compartirlo... No olvides que no soy más lista que tú.

Día X, 2

Sigo con poca cordura. Ya no sé cuánta me quedará.
Me resulta curioso pensar en ti cada día y no sentirme mal. No siento ningún atisbo de culpabilidad. Posiblemente se trate de la sensación agobiante que experimenté los últimos días contigo o de que por fin veo que esto es lo mejor para los dos. Sin embargo, todo esto no sería suficiente si no sintiera que, pase lo que pase, siempre nos vamos a querer de una u otra forma.
Es bastante obvio que, el hecho de que no me sienta mal no implica que no te eche de menos.
Sonríe, cielo.

Día X

En un intento de mantener la poca cordura que pueda quedarme, mantengo la promesa de escribirte en cada momento que me gustaría compartir contigo. Y continuo hoy: día X, bloqueada. No estás. Hace buen día. De los primeros que nos regala la primavera. Decido ir caminando a sol y me da por imaginar que podrías ir paseando a mi lado, aunque mire y no estés.
Sigue siendo tan duro como al principio, pero me mantengo firme y segura ante la nueva situación.
A veces siento que tengo tantas cosas que contarte... Mis miedos, triunfos y fracasos eran más fáciles cuando estabas a mi lado. Sin embargo, ya no estás en mi vida, aunque puedo recordarte fácilmente. Que todo te vaya bien, mi vida.