jueves, 22 de diciembre de 2011

Queme sus paréntesis. Disfrute. Sueñe.

Abre paréntesis, por favor. Deténgase por un momento a mirar a su alrededor y redacte un listado de los horrores que, lejos de poder evitarlos, invaden su entorno.

Después de unos varios y largos minutos, coja su lista infinita y quémela. Cierre paréntesis. ¿Huele ese olor peculiar que le ofrece el proceso de combustión? A mí me empuja a evocar momentos felices de pequeña, cuando solía pasarme horas jugando frente al fuego, en invierno, mientras mi abuela me asaba una patata entre las ascuas.

Me encanta la hoguera. Deseo tener un salón con una bonita chimenea que encender en invierno, y pasar mis horas de descanso sentada en el sofá, con una suave manta de lana, algún libro y una dulce melodía de fondo. Siempre, a mi lado, compartiendo conmigo esos agradables momentos, le tendré a él, regalándome mil sonrisas con intensas miradas, mientras yo doy gracias por haberle encontrado.

Esto es lo que yo escribo en otra hoja que no quemaré, la hoja de los Reyes Magos. Algún día, más o menos lejano, los Reyes o la vida, me regalarán algo tan simple y humilde como lo que pido.

Esta navidad, le deseo que todo lo malo quede dentro de un paréntesis, escrito en una hoja de papel deseosa de ser quemada. Nunca pierda de vista sus sueños y, cuando los tenga al alcance de su mano, saboree -hasta saciarse- de cada lametazo.

Por mi parte, me encantan los lametazos. Y me encanta usted y su sonrisa tan perfecta y natural.

No hay comentarios: