viernes, 16 de mayo de 2008

Holding me, Kissing me baby

Si ya sabía yo que algo pasaba. Estaba claro. Me alegra saber que no soy una loca pesimista obsesionada con que soy incapaz de dar una, después de todo. La verdad es que es normal, no se puede ir por la vida a corazón abierto y con los ojos cerrados, no lo intenten: te das de ostias por todos sitios. Y, sino, fíjense en mí. Ale, aquí me tienen, una vez más, dentro del laberinto. Ole, ole y ole (como se dice en las sevillanas que bailarían ayer en mi querida pradera de S.Isidro Labrador, de VillaNew).
Ahora mismo he llegado a una bifurcación de pasadizos en ese laberinto que es mi vida y, por lo que se ve, me toca elegir. Pero no me gusta nada. No sé si seguir de frente, tal cual vengo, a tientas, perdida totalmente y con ojos cerrados para dejarme guiar por lo que vaya viniendo, disfrutando en lo que se pueda y aguantando lo que venga al arriesgar (y seguir dándome de ostias, que por lo menos, me distraigo) o, por segunda vez en mi vida, actuar racionalmente incumpliendo al máximo lo que me pide ese órgano asquerosamente importante que no se olvida de palpitar ni un jodido segundo.
Todavía, al recordar la primera vez que le desobedecí, hace años, el muy puñetero me da algún que otro punzonazo. No sé si estoy preparada para aventurarme en una nueva historia (la cual puede ser perfecta o un completo desastre) o darle a mis sábanas más razones por las que compartir juntas largas noches de insomnio, a ver qué me cuentan ellas. Pero tampoco me siento capaz en este preciso instante, de poder resistir otro golpetazo.
Lo que pasa es que hay momentos en los que, aún, necesito gritarle holding me, kissing me baby, hugging me, thrilling me, baby...

1 comentario:

Anónimo dijo...

WOW genial. Rompedor