lunes, 14 de abril de 2008

Es cuando el sol sale cuando se acuerda de seguir viviendo, cuando se da cuenta de que la vida continúa y no puede quedarse parada o perderá el tren que le lleva a continuar su vida. Antes y después (el resto del día fuera del amanecer y de la noche), está totalmente perdida, no puede evitarlo: la luz la ciega y la oscuridad la pierde en una infinita soledad de noches con camas vacías y despedidas sin te quieros.
Se esfumó la ilusión, se la robaron toda. La trataron mal mientras ella lo dio todo. La situación fue injusta. Resulta que en la vida, cuando te cuidas de hacer todo bien, los palos vienen todos juntos. Ella midió sus pasos, quiso ser cauta, no aprovecharse de nada ni nadie, no dañar, no dañarle. Sobre todo a él, porque era alguien que le importaba. Estuvo ahí cuando él la necesitó. 365 días (o tal vez sólo 40, da igual), pero las 24 horas, cuando fuese y donde fuese, ella estaba ahí para él. No la trató bien: un día era su más amada rosa, parecían ser inseparables, tan dulces y lindos juntos... y al día siguiente no existía. Ella trató de justificarlo por la mala racha por la que él pasaba, y siguió ahí, aguantando los posibles feos recibidos, ayudándose de míseros detalles.
Con los hombres puede que tuviese sus más y sus menos, tuvo fallos y a veces no fue justa, a ella le hicieron daño y ella lo hizo, pero con él, esta vez, era distinto. Se juró cuidarle, no dañarle. Esta vez todo iba a ir bien. Pero no. Le tocó a ella.
Y se hundió. Todo el pasado volvió. Se esfumaron las fuerzas, las ganas, la ilusión. Volvieron las noches de insomnio, los recuerdos de años y años atrás, los fallos sin superar, la soledad y el vacío. Pero sobretodo, volvió el dolor. Y se llevó la sonrisa.
Y es que ahora ella se olvida de despertar y seguir, porque la luz del sol la deslumbra, la oscuridad de la noche la asusta, y la luna es demasiado bella para dejarla dormir sin obligarla antes a rememorar aquellos bellos recuerdos de años y años atrás que la impedirán descansar una vez más en la larga noche.



Y todo para darse cuenta otra vez de que hay peores cárceles que las palabras, sobre todo si se trata del querer.

1 comentario:

Ana_SepulvedaG dijo...

Dile a la chica que es fácil hundirse cuando se trata del amor. Pero hundirse no quiere decir no plantar cara a los daños sufridos. No quiere decir llorar por los rincones ni caminar como alma en pena.
Quiere decir salir adelante pisando sus pedazos. Saltar barreras, superar límites insospechados. Y ser tú misma. O ella misma.
Porque el amor duele, pero también hace feliz, y no hay peor pecado, que desaprovechar la felicidad.
Como cuando una puerta se cierra otra se abre: pasa x la abierta!
Que vales mucho, joder!